
Los de Sosaku Miyazaki son de esos cuadros que colgaría en mi lavabo. Porque son cercanos y hablan de cosas que me interesan. Porque son coloridos y me alegrarían las mañanas de resaca, antes de la ducha. Porque cada día, al cepillarme los dientes, podría descubrir una más de sus pinceladas escondidas. Porque me gusta el rollo
collage y también su toque infantil (para no utilizar esa dichosa y moderna palabra que empieza por
na y termina por
if). Porque me encanta también la espontaneidad que desprenden, son callejeros. Y aunque Sosaku –el nombre lo delata– no es precisamente
catalanet de tota la vida, respiran a Barcelona, a multiculturalidad y a muchas otras
–ades que implica la vida diaria en una ciudad. El absurdo y el caos de la vida diaria, estos días en Rojo.
le cool
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